La columna de Rene Salinas Diaz.-
Los objetivos de vida
Cuando uno es niño y vive al cobijo de un hogar con sus padres, hermanos y compartiendo con amigos y conocidos, se es como un pajarito. Seguro, con muy pocos temores ( al viejo del saco, al cuco, y algún otro pero nada más ni tampoco tan grave) y con las necesidades cubiertas. Al pasar del tiempo, y a medida que se va creciendo, aparecen algunas preocupaciones y más tarde se comienza a fijar objetivos de vida. Va quedando atrás la niñez y aparece la tan temida adolescencia, temida por sus cambios y por algunos tambaleos que son propios de la etapa.
Recuerdos de esa etapa tengo varios. Uno de los objetivos era ser el mejor alumno del curso. Siempre me gustó saber, conocer, indagar, no dejar cabos sueltos si algo no lo entendía o no lo sabía. No había Google pero sí había diccionarios, enciclopedias, libros y profesores prestos a responder inquietudes. Y lo logré: Mejor alumno egresado promoción 1970. Premio : Una buena cantidad de dinero entregada por el Centro de Padres de mi querida Escuela Consolidada Dávila.
Una fijación en mí y que se mantiene es el escribir bien y sin faltas de ortografía. No lo puedo controlar y donde hay una falta no resisto no corregir, pero siempre como dijo el futbolista Jorge Valdivia: “con respeto”.
Al ingresar a la Universidad con apenas 17 años surge mi inquietud, mi pasión, mi otra locura, aparte de la Pedagogía: el gusto por los micrófonos. Trataba de imitar a los grandes LOCUTORES (con mayúscula) de la época: Cesar Antonio Santis, Sergio Silva, Hernán Pereira, Pato Varela, etc.
Recuerdo que en el año 1989 mi querida Universidad de Chile baja a Segunda División del fútbol chileno. Sentado en la tribuna andes del Nacional, miraba hacia las casetas de transmisión y pensaba: algún día estaré allí, trabajando en radio y en el futbol. La pena por el descenso se hacía cada vez mayor. En el año 1990, terminado mi curso de Locución en la Escuela de Locutores de Chile, se me da la oportunidad de trabajar en Emisoras Yungay. Mi agradecimiento para mi amigo Santiago Chavarría que me abrió las puertas para hacer realidad mi sueño.
Cuando la U vuelve a Primera División en Curicó colaboré con mi ex profesor de básica, don Máximo Clavería despachando desde la ciudad de las tortas. De allí, la radio y la pedagogía fueron mis pasiones.
Conclusión, los objetivos que uno se plantea son siempre posibles si se pone el alma y el corazón en lo que te apasiona. Me siento realizado aunque no soy una estrella radial, pero si soy PROFESIONAL al 100 %.